La Reina de Frederick by Suzan Tisdale

La Reina de Frederick by Suzan Tisdale

autor:Suzan Tisdale
La lengua: spa
Format: epub
editor: Suzan Tisdale
publicado: 2015-11-01T00:00:00+00:00


Veintiséis

Después de mandar a cuatro guardias al piso de arriba para que vigilaran a su esposa y a su nuevo hijastro, Frederick e Ian buscaron a Mermadak. Encontraron al hombre en su estudio, sentado en una silla frente al fuego. Donnel también estaba ahí y ambos estaban muy cerca de estar borrachos.

No le ofrecieron una silla ni Frederick ni a Ian, así que se quedaron de pie frente a Mermadak. El viejo miró a Frederick con los ojos vidriosos e inyectados de sangre. “¿Qué es lo que quieres a esta hora?” preguntó antes de darle un trago a su whisky.

Decidiendo que lo mejor sería ir directo al grano, Frederick decidió hablar directamente sobre el tema. “Aggie y yo queremos adoptar formalmente a Ailrig.”

Mermadak lo miró incrédulo. “¿Ustedes qué?”

“Queremos adoptar al niño, Ailrig,” Frederick repitió.

Mermadak dejó su vaso sobre la mesa junto a su silla. Mermadak había tenido la esperanza de que su plan de mandar lejos a Ailrig llegara a los oídos de Aggie antes de que el día acabara. Él había tenido la esperanza de que ella fuera a verlo de rodillas rogándole que cambiara de opinión. No había esperado que Mackintosh apareciera tan tarde, con una oferta de adoptar al niño. “No.” Su voz era firme, una señal de que el tema no estaba disponible para discusiones.

“¿Puedo preguntar por qué no?” Frederick preguntó mientras juntaba las manos detrás de su espalda.

Mermadak no estaba acostumbrado a que la gente cuestionara sus decisiones. El hecho de que Mackintosh aún no aprendiera que él no perdonaba y que podían hacerlo cambiar de opinión, lo molestaba mucho. “¡Porque dije que no! Ahora vete.” Lo despidió con una señal de su mano y levantó su jarra.

“McLaren,” Frederick decidió intentar un enfoque más suave y esperaba no ahogarse con sus propias palabras. “Sé que tú eres el jefe y que, técnicamente, Ailrig es tu responsabilidad. Pero es un buen muchacho y yo veo mucho potencial en él. Algún día podría ser un buen líder. ¿Qué daño podría hacer que nos permitieras a Aggie y a mi adoptarlo?”

“¡Bah!” Mermadak gritó. “¿Y arriesgarme a que el niño bastardo herede? ¡No lo creo!”

Resistiendo el deseo de patear al viejo en el estómago, Frederick ignoró el insulto. “Podríamos escribir un contrato entre nosotros, acordando que Ailrig no podría heredar ni convertirse en el jefe del Clan McLaren,” Frederick ofreció.

Mermadak se arrellanó en su asiento y estudió a Frederick. Se imaginó que podría ser otra manera de demostrarle su desprecio a su difunta esposa, permitir que un bastardo heredara y se convirtiera en el jefe de este clan. Aunque ese pensamiento era tentador, lo que no era tentador era la posibilidad de que Aggie fuera feliz. Y ella sería muy feliz de que el niño ilegítimo se quedara. Al final, simplemente ni podía permitirlo, razonando que lo que hiciera a Aggie feliz de alguna manera haría a Lila feliz aunque la perra se estuviera quemando en el infierno en ese mismo momento.

“¿Y si Aggie y tú no tienen hijos?” Mermadak preguntó.



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